viernes, 31 de julio de 2020

jueves, 30 de julio de 2020


Que se quede el infinito sin estrellas...

Que se quede el infinito sin estrellas,
que la curva del tiempo se enderece.
Y pierda su fulgor, cuando se mece
un planeta en su abismo y en las huellas

del estallido primordial. Aquellas
noticias recibidas del comienzo
de las galaxias, del vacío inmenso,
hoy son luz fósil. Paradojas bellas

que anuncian por venir lo transcurrido
y postulan pasado lo futuro.
Universo del pensamiento puro:

un espacio que fluye como un río
y un tiempo sin presente, opaco y frío.
El tiempo de la espera y del olvido.

                                                
                                                                Severo Sarduy 

domingo, 26 de julio de 2020

Un país

En la misma esquina de este viejo mapa hay un país que añoro.
Es la patria de las manzanas, las colinas, los ríos perezosos, del vino agrio y el amor.
Por desgracia una gran araña tejió sobre él su tela
y con su viscosa saliva cerró las puertas del sueño.
                 Y es siempre así: el ángel con la espada de fuego, la araña y la conciencia.



Herbert Zbigniew

De "Informe sobre la ciudad sitiada".
Traducción de Xaverio Ballester

miércoles, 22 de julio de 2020

Este momento 
Y por ejemplo tomo este momento,
cuando acurrucando mi edad junto a la mesa,
las moscas entran por la ventana
para girar aquí con una finalidad estricta;
cuando hasta mis zapatos tienen
más sentido de la existencia que yo.
Cuando la tarde, la costumbre de la humedad,
se instalan con su olor fracasado;
cuando esta confusión espiritual
de poder elegir entre afeitarme o ahorcarme
me llena de estupor el cerebro.
Envenenado a solas con los dientes rotos,
sin belleza por fuera ni por dentro,
cuando la frustración se nota hasta en mis uñas;
un individuo seco, tabacoso y argentino,
procurando instalar una fe
en algún retroceso de su batalla mental.
Pero me pagarán todo esto, lo juro,
dondequiera que me encuentre,
adelante o detrás de mis razones,
dentro o fuera del ataúd.
 Joaquín Giannuzzi

martes, 21 de julio de 2020


Alguien que despierta

Abre tus ojos de barro
tus ojos de cielo y de noche interrumpida
tus ojos de alfombra, tus ojos pisoteados
ábrete a la luz y ala sombra y a los vientos
a la sombra negra que arrojan los cuerpos.

Árbol de la ceguera, de las muertes,
camino de las desapariciones,
marchas hacia los ojos abiertos del tiempo
hacia el agua pura del instante que corre
cuando te detienes te tornas invisible
cuando andas te destruyes
sólo eres la sombra de la idea de ser
pero con el hueco de tu mano ves todo
por el hueco de tu mano te derramas,
cuerpo ávido de caricias de atmósferas,
mil veces impasible, mil veces tierno
pero finalmente absorbido por la nada
que corroe lentamente el agua del tiempo


Aldo Pellegrini 

viernes, 17 de julio de 2020

Deseo

Que la vida no vaya más allá de tus brazos.
Que yo pueda caber con mi verso en tus brazos,
que tus brazos me ciñan entera y temblorosa
sin que afuera se queden ni mi sol ni mi sombra.
Que me sean tus brazos horizonte y camino,
camino breve, y único horizonte de carne;
que la vida no vaya más allá... ¡Que la muerte
se parezca a esta muerte caliente de tus brazos!...


                                                                                    Dulce María Loynaz

miércoles, 15 de julio de 2020

En el aniversario de su partida, un extracto de “Los Detectives Salvajes” de Roberto Bolaño 


“Hay una literatura para cuando estás aburrido. Abunda. Hay una literatura para cuando estás calmado. Ésta es la mejor literatura, creo yo. También hay una literatura para cuando estás triste. Y hay una literatura para cuando estás alegre. Hay una literatura para cuando estás ávido de conocimiento. Y hay una literatura para cuando estás desesperado. Esta última es la que quisieron hacer Ulises Lima y Belano. Grave error, como se verá a continuación. Tomemos, por ejemplo, un lector medio, un tipo tranquilo, culto, de vida más o menos sana, maduro. Un hombre que compra libros y revistas de literatura. Bien, ahí está. Ese hombre puede leer aquello que se escribe para cuando estás sereno, para cuando estás calmado, pero también puede leer cualquier otra clase de literatura, con ojo crítico, sin complicidades absurdas o lamentables, con desapasionamiento. Eso es lo que yo creo. No quiero ofender a nadie.
Ahora tomemos al lector desesperado, aquel a quien presumiblemente va dirigida la literatura de los desesperados. ¿Qué es lo que ven? Primero: se trata de un lector adolescente o de un adulto inmaduro, acobardado, con los nervios a flor de piel. Es el típico pendejo (perdonen la expresión) que se suicidaba después de leer el Werther. Segundo: es un lector limitado. ¿Por qué limitado? Elemental, porque no puede leer más que literatura desesperada o para desesperados, tanto monta, monta tanto, un tipo o un engendro incapaz de leerse de un tirón En busca del tiempo perdido, por ejemplo, o La montaña mágica (en mi modesta opinión un paradigma de la literatura tranquila, serena, completa), o, si a eso vamos, Los miserables o Guerra y paz. Creo que he hablado claro, ¿no? Bien, he hablado claro. Así les hablé a ellos, les dije, les advertí, los puse en guardia contra los peligros a que se enfrentaban. Igual que hablarle a una piedra. Otrosí: los lectores desesperados son como las minas de oro de California. ¡Más temprano que tarde se acaban! ¿Por qué? ¡Resulta evidente! No se puede vivir desesperado toda una vida, el cuerpo termina doblegándose, el dolor termina haciéndose insoportable, la lucidez se escapa en grandes chorros fríos. El lector desesperado (más aún el lector de poesía desesperado, ése es insoportable, créanme) acaba por desentenderse de los libros, acaba ineluctablemente convirtiéndose en desesperado a secas. ¡O se cura! Y entonces, como parte de su proceso de regeneración, vuelve lentamente, como entre algodones, como bajo una lluvia de píldoras tranquilizantes fundidas, vuelve, digo, a una literatura escrita para lectores serenos, reposados, con la mente bien centrada. A eso se le llama (y si nadie le llama así, yo le llamo así) el paso de la adolescencia a la edad adulta. Y con esto no quiero decir que cuando uno se ha convertido en un lector tranquilo ya no lea libros escritos para desesperados. ¡Claro que los lee! Sobre todo si son buenos o pasables o un amigo se los ha recomendado. Pero en el fondo ¡lo aburren! En el fondo esa literatura amargada, llena de armas blancas y de Mesías ahorcados, no consigue penetrarlo hasta el corazón como sí consigue una página serena, una página meditada, una página ¡técnicamente perfecta! Y yo se los dije. Se los advertí. Les señalé la página técnicamente perfecta. Les avisé de los peligros. ¡No agotar un filón! ¡Humildad! ¡Buscar, perderse en tierras desconocidas! ¡Pero con cordada, con migas de pan o guijarros blancos! Sin embargo yo estaba loco, estaba loco por culpa de mis hijas, por culpa de ellos, por culpa de Laura Damián, y no me hicieron caso”.

sábado, 11 de julio de 2020


Danza

Muy poco antes del mar, amor, el río de demora
en remolinos de tierna resaca. Mira cómo, en tu ausencia
cenizas de la luna, la borra de los días
se enlazan
y danzan
girando sobre sí
como ese salvavidas recién tirado al agua, al que nadie se aferra.
No hay historia de amor: hay una danza
anclada al corazón de la memoria.

¿Te acordás?-¿Bailar, amor? El mar, la mar y los marinos
saben. Los hijos...-Bailar, amor. Bahía. María Bethânia.
-¿Así? No sé. Soy tieso como un faro, mis pies
de acantilado sólo han bordeado abismos, no saben de las olas
más que un secreto ávido quebrado en la rompiente, una vez, otra vez. 
-Así, amor. ¿No ves? Somos rompiente. Los brazos se aferran como algas 
a las rocas, las caderas se topan, el viejo matrimonio
del agua y de la tierra. La luna
dibuja su alta alianza. Yo soy ese secreto. Zarpemos. 

-No puedo, amor. El mar, la mar, la danza, son siempre imprevisibles
y estos primeros pasos son las mismas mentiras
que cantaba mi casa, caracol de la orilla:
partidos y retornos eternos de las olas
veranos y bandadas y estribillos y madre
procurando, afanosa, paralizar la espera.
Y mi padre volvía siempre imprevistamente. Ya no podré seguir.
-Podés, amor. ¿No ves? Ya es alta mar ahora, el corazón del mundo
es quien ritma los cuerpos, y las constelaciones 
y aun la costa, a lo lejos, se uniforma y se curva,
y su abrazo es de olvido, maternal, y de niebla.
Ya desapareció. Cayeron ya los muros, como ropas, o redes
que levaran desnuda la verdad abisal:
tu casa me amó, amor, como lo amó a tu padre. Vos me abriste,
entré. La libertad. Bailemos. No volvéras allí.
Dejame hundirme. El viento
anuncia tempestad. Hundámonos.

-No puedo, amor, le temo a mi reflejo: es la primera vez.
Mi rincón era oscuro, los ojos de mujeres
tan sólo devolvían su propia soledad.
Siempre quise un espejo, pero nunca llegaba varón que me mostrase
más que un rostro mudo y ambiguo como el mar, que yo amaba
como a cumbre de iceberg. No hay recuerdo del cuerpo en que pueda confiar:
-Podés, amor. ¿No ves cómo, al hundirnos 
amarrados, girando, un barreno que apunta el centro de la tierra
toco manos y anémonas y muslos y delfines 
y pecho y mantarrayas y labios y corales
y pulpos y pelos y nalgas y anguilas
y el deseo madura como perla en la concha?
Al surcarte, te beso como el agua al cadáver
del bello marinero al que algas avarientas
amarran aún al vientre galeón 
hundido. ¿Quién te talló a la imagen
de su pasión, su delirio? Hemos tocado fondo.Vamos
más lejos en la noche, en la danza, en el paso
final. 

Yo no creía poder, pero era un torbellino la corriente, la danza
rotaba como un cráter y al final se deshacía
en el cardumen blanco que llaman la locura.
Silencio. La ceniza se aposenta en el fondo
Bethânia canta sola, y antes que llegue el sueño
una certeza, al fin: -¿Sabés? Mi padre, allá en Bahía
se asombró de hombres solos, en cáscaras de nuez,
disputándole el mar al resto de su vida, la mejor de las muertes.
Ya no temo al recuerdo, ya no te dejaré.
-Yo tampoco. Durmamos. Los cuerpos, en el sueño
bailan entretejen la mutua indiferencia, cada uno
en su fondo, en su deseo. Y uno solo. Y el día los soprende
de nuevo en una orilla, como vuelven a ella
las olas, los veranos y los padres. Les dice:
Bailar, amor. El mar, la mar. Bahía. María Bethânia.

No. Eso no era la vida. El mar, la mar, los marinos
no engañan.Y vos no eras marino: caracol de otra orilla. Emergimos en ríos
diferentes, corrientes que no hay que remontar. Y yo bajo, derivo,
detritus de barranca, embrión desprendido, las islas de este delta
cadáveres de locos varados de terror.
La desembocadura. El río desanuda recodos del dolor
y la resaca, dispersa, se acelera. Una bandada espera
haciendo ronda al sol como aquella pitanza
que el río le tributa con cada nuevo otoño. ¿Seré yo parte de ella?
¿Mi red levará al sol entre los peces?
Ah esa otra danza, anclada en mi memoria: viva como bandada, carozo
de mi poca valentía. Y allá voy, amor. El mar, la mar
ahora está vacía. Bahía, amor. María Bethânia. Yo.
La vida.


Leopoldo Brizuela

Fado, 1995

viernes, 10 de julio de 2020

Manifiesto (hablo por mi diferencia)
No soy Pasolini pidiendo explicaciones
No soy Ginsberg expulsado de Cuba
No soy un marica disfrazado de poeta
No necesito disfraz
Aquí está mi cara
Hablo por mi diferencia
Defiendo lo que soy
Y no soy tan raro
Me apesta la injusticia
Y sospecho de esta cueca democrática
Pero no me hable del proletariado
Porque ser pobre y maricón es peor
Hay que ser ácido para soportarlo
Es darle un rodeo a los machitos de la esquina
Es un padre que te odia
Porque al hijo se le dobla la patita
Es tener una madre de manos tajeadas por el cloro
Envejecidas de limpieza
Acunándote de enfermo
Por malas costumbres
Por mala suerte
Como la dictadura
Peor que la dictadura
Porque la dictadura pasa
Y viene la democracia
Y detrasito el socialismo
¿Y entonces?
¿Qué harán con nosotros compañero?
¿Nos amarrarán de las trenzas en fardos
con destino a un sidario cubano?
Nos meterán en algún tren de ninguna parte
Como en el barco del general Ibáñez
Donde aprendimos a nadar
Pero ninguno llegó a la costa
Por eso Valparaíso apagó sus luces rojas
Por eso las casas de caramba
Le brindaron una lágrima negra
A los colizas comidos por las jaibas
Ese año que la Comisión de Derechos Humanos
no recuerda
Por eso compañero le pregunto
¿Existe aún el tren siberiano
de la propaganda reaccionaria?
Ese tren que pasa por sus pupilas
Cuando mi voz se pone demasiado dulce
¿Y usted?
¿Qué hará con ese recuerdo de niños
Pajeándonos y otras cosas
En las vacaciones de Cartagena?
¿El futuro será en blanco y negro?
¿El tiempo en noche y día laboral
sin ambigüedades?
¿No habrá un maricón en alguna esquina
desequilibrando el futuro de su hombre nuevo?
¿Van a dejarnos bordar de pájaros
las banderas de la patria libre?
El fusil se lo dejo a usted
Que tiene la sangre fría
Y no es miedo
El miedo se me fue pasando
De atajar cuchillos
En los sótanos sexuales donde anduve
Y no se sienta agredido
Si le hablo de estas cosas
Y le miro el bulto
No soy hipócrita
¿Acaso las tetas de una mujer
no lo hacen bajar la vista?
¿No cree usted
que solos en la sierra
algo se nos iba a ocurrir?
Aunque después me odie
Por corromper su moral revolucionaria
¿Tiene miedo que se homosexualice la vida?
Y no hablo de meterlo y sacarlo
Y sacarlo y meterlo solamente
Hablo de ternura compañero
Usted no sabe
Cómo cuesta encontrar el amor
En estas condiciones
Usted no sabe
Qué es cargar con esta lepra
La gente guarda las distancias
La gente comprende y dice:
Es marica pero escribe bien
Es marica pero es buen amigo
Súper-buena-onda
Yo no soy buena onda
Yo acepto al mundo
Sin pedirle esa buena onda
Pero igual se ríen
Tengo cicatrices de risas en la espalda
Usted cree que pienso con el poto
Y que al primer parrillazo de la CNI
Lo iba a soltar todo
No sabe que la hombría
Nunca la aprendí en los cuarteles
Mi hombría me la enseñó la noche
Detrás de un poste
Esa hombría de la que usted se jacta
Se la metieron en el regimiento
Un milico asesino
De esos que aún están en el poder
Mi hombría no la recibí del partido
Porque me rechazaron con risitas
Muchas veces
Mi hombría la aprendí participando
En la dura de esos años
Y se rieron de mi voz amariconada
Gritando: Y va a caer, y va a caer
Y aunque usted grita como hombre
No ha conseguido que se vaya
Mi hombría fue la mordaza
No fue ir al estadio
Y agarrarme a combos por el Colo Colo
El fútbol es otra homosexualidad tapada
Como el box, la política y el vino
Mi hombría fue morderme las burlas
Comer rabia para no matar a todo el mundo
Mi hombría es aceptarme diferente
Ser cobarde es mucho más duro
Yo no pongo la otra mejilla
Pongo el culo compañero
Y ésa es mi venganza
Mi hombría espera paciente
Que los machos se hagan viejos
Porque a esta altura del partido
La izquierda tranza su culo lacio
En el parlamento
Mi hombría fue difícil
Por eso a este tren no me subo
Sin saber dónde va
Yo no voy a cambiar por el marxismo
Que me rechazó tantas veces
No necesito cambiar
Soy más subversivo que usted
No voy a cambiar solamente
Porque los pobres y los ricos
A otro perro con ese hueso
Tampoco porque el capitalismo es injusto
En Nueva York los maricas se besan en la calle
Pero esa parte se la dejo a usted
Que tanto le interesa
Que la revolución no se pudra del todo
A usted le doy este mensaje
Y no es por mí
Yo estoy viejo
Y su utopía es para las generaciones futuras
Hay tantos niños que van a nacer
Con una alita rota
Y yo quiero que vuelen compañero
Que su revolución
Les dé un pedazo de cielo rojo
Para que puedan volar.
Pedro Lemebel y Francisco Casas escenificando a Las dos Fridas, 1989.

martes, 7 de julio de 2020

Ser poeta


Ser poeta é ser mais alto, é ser maior
Do que os homens! Morder como quem beija!
É ser mendigo e dar como quem seja
Rei do Reino de Aquém e de Além Dor!

É ter de mil desejos o esplendor
E não saber sequer que se deseja!
É ter cá dentro um astro que flameja,
É ter garras e asas de condor!

É ter fome, é ter sede de Infinito!
Por elmo, as manhãs de oiro e de cetim...
É condensar o mundo num só grito!

E é amar-te, assim, perdidamente...
É seres alma e sangue e vida em mim
E dizê-lo cantando a toda a gente!




Ser poeta


¡Ser poeta es ser más alto, es ser mayor
que los hombres! ¡Morder como quien besa!
¡Es ser mendigo y dar como quien fuese
Rey del Reino de Aquende y Allende el Dolor!

¡Es tener de mil deseos el esplendor
Y no saber siquiera que se desea!
¡Es tener dentro un astro que flamea,
Es tener garras y alas de cóndor!

¡Es tener hambre, es tener sed de infinito!
Por yelmo, las mañanas de oro y de satén....
¡Es condensar el mundo en un solo grito!

Y es amarte, así, perdidamente...
¡Es que tú seas alma y sangre y vida en mí
Y decirlo cantando a todo el mundo!



FLORBELA ESPANCA
Del libro, CHARNECA EM FLOR (1931)
Trad.: Juan Martín

jueves, 2 de julio de 2020

Mis amigos son
Mis amigos son pájaros negros
que se mecen en las azoteas de casas a punto de derrumbarse:
Exarjia, Patisia, Mataxurguío, Mets.
Hacen lo que deben.
Vendedores a domicilio de recetarios y enciclopedias,
hacen calles y unen desiertos.
Intérpretes del cabaret de la calle Zenón,
profesionales revolucionarios,
en el pasado los acorralaban hasta corregirlos.
Ahora toman pastillas
y alcohol para dormir
pero tienen sueños y no duermen.
Mis amigos son tensas alambradas
en las azoteas de casas antiguas:
Exarjia, Victoria, Kukaki, Gizi.
En ellas ustedes han puesto millones de pinzas de hierro,
sus culpabilidades, decisiones de asambleas,
vestidos prestados,
señales de punta de cigarrillo, extrañas migrañas,
silencios amenazantes, vaginitis.
Se enamoran de homosexuales,
monedas que corren, retraso
el teléfono el teléfono el teléfono,
cristales rotos, la ambulancia, nadie.
Hacen lo que se debe.
Mis amigos viajan continuamente
porque no les dejaron ni un sitio.
Todos mis amigos pintan con color negro
porque el rojo se lo destrozaron ustedes,
escriben en lengua codificada
porque la de ustedes solo sirve para halagar.
Mis amigos son pájaros negros y alambradas
en sus manos. En su garganta.
Mis amigos.
Katerina Gógou