lunes, 4 de marzo de 2013


Coloquio

        Emily Dickinson

Había muerto yo por la Belleza;
me cercaban silencio y soledad,
cuando dejaron cerca de mi huesa
a alguno que murió por la Verdad.

En el suave coloquio que entablamos,
vecinos en la lúgubre heredad,
me dijo y comprendí:
Somos hermanos,
una son la Belleza y la Verdad.

Y así, bajo la noche, tras la piedra,
dialogó nuestra diáfana hermandad,
hasta que el rostro nos cubrió la yedra
y los nombres borró la eternidad.

 

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