Yo no hago nada por salvar mi vida
Por ejemplo, acá estoy
escribiendo versitos porque el trabajo en la oficina es
apasionante
y a mis espaldas oigo: el sarcasmo
barato
no le ha salvado la vida a nadie, ni le ha permitido
conservar el empleo.
El jefe es sabio.
Entonces grito ¡fuego! y me quedo en mi sitio.
Siguió lo que los diarios llaman estampida.
Ya no tengo trabajo. Esa parte es cierta.
Y con esto le rindo
tributo a su memoria.
Ángel Ortuño
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